viernes, 29 de enero de 2010
EL CACHONDEO DEL "FINANCIAL TIMES"
Pues eso...
01-02-2010 "España pone en peligro la eurozona", según 'Financial Times'. Considera que es un riesgo "más claro y actual" que el de Grecia o Portugal. (e-notícies)
08-02-2010 Elena Salgado defiende ante directivos del 'Financial Times' la confianza en la economía española. La vicepresidenta viaja a Lodres tras los ataques de la prensa británica. (La Vanguardia)
10-02-2010 'Financial Times' suaviza su mensaje contra España. En su editorial, el prestigioso diario económico afirma que el plan español para reducir el déficit al 3% del PIB en 2013 es "serio" y dice que la situación de España no es comparable a la griega. (La Vanguardia)
Muy ilustrativo el artículo de Vicenç Navarro en El Plural: "¿Es el gobierno español paranoico?"
jueves, 28 de enero de 2010
THEO JANSEN. ESCULTOR CINÉTICO: EL ARTE DE CREAR CRIATURAS.
(http://www.thinkingheads.com/conferenciantes/theo-jansen)
Conocido como el Leonardo Da Vinci del siglo XXI, el holandés Theo Jansen se ha dedicado en cuerpo y alma a crear una nueva forma de vida durante las dos últimas décadas. Sus strandbeest (bestias de playa) parecen tan orgánicas y reales que de lejos se confunden con inmensos esqueletos de dinosaurios prehistóricos.
Sin embargo, están realizados a partir de materiales tan simples como tubos de plástico o cinta adhesiva. Sin necesidad de motores ni ningún tipo de ayuda tecnológica, Jansen hace que estas gigantes estructuras cobren vida; tan sólo requieren de la fuerza del viento y la arena de la playa. La ingeniería, la biomecánica y el arte se fusionan en la sorprendente obra de Theo Jansen, llevando el concepto de escultura cinética a su más alto nivel.
Todo el que observe por primera vez la belleza de una de estas esculturas desplazándose por la arena entenderá de inmediato que el trabajo de este ingeniero, científico y artista es algo muy especial. Este genio holandés estudia la historia de la evolución biológica para dotar a sus nuevas generaciones de criaturas de habilidades cada vez mayores. Él mismo establece eras o periodos para sus “bestias”, que evolucionan como si de verdaderos dinosaurios se tratase.
“Las barreras entre el arte y la ingeniería sólo existen en nuestra mente”
Al más puro estilo de Darwin, Theo Jansen hace que sus criaturas sean cada vez mejores y estén mejor preparadas para acondicionarse a su hábitat. Las strandbeest se conciben a través de una simulación mediante ordenador, donde compiten entre sí por ser las mejores. Jansen escoge a los que más posibilidades tienen de sobrevivir y las transforma en figuras tridimensionales. Las figuras que mejor funcionen donarán su “ADN” (estructura básica de las “bestias”) a las futuras generaciones, a través de un proceso de hibridación y evolución darwiniana. La evolución ya va por la séptima generación de strandbeest. Pero Jansen aún persigue un sueño: que sus creaciones sean capaces de sobrevivir y pensar por sí mismas, sin ningún tipo de intervención humana.
Tras abandonar sus estudios de Física en la Universidad de Delft (Holanda), Theo Jansen comenzó a mediados de los 70 a trabajar como pintor. Posteriormente, se comenzó a interesar por áreas como la robótica o la aeronáutica. Sus primeras invenciones fueron su “UFO” (OVNI), una aeronave con forma de platillo volante con la que tenía atemorizados a todos los habitantes de la ciudad holandesa de Delft, y su “máquina de pintar”, un robot que hacía grafitis sobre una pared. Así dio Jansen sus primeros pasos en el terreno de la innovación, y con los que demostró su sobrada habilidad para aplicar los conocimientos de ingeniería a diferentes proyectos artísticos, logrando una fusión asombrosa entre arte y técnica.
A comienzos de los años ochenta, Jansen comenzó a crear programas de simulación algorítmica de vida artificial, y en este momento es cuando se gesta lo que posteriormente se conocerá como strandbeest, ya que su interés por diseñar organismos vivos y autónomos a través de software le llevó a iniciar esta serie de esculturas cinéticas, dotadas de una espectacular elegancia de movimientos y que llegan a superar los diez metros de altura. Este proyecto le ha proporcionado un amplio reconocimiento a nivel mundial, traspasando su fama todas las fronteras imaginables.
“Fabrico esqueletos que son capaces de andar sobre el viento”
En los últimos años, el genio holandés ha exhibido su obra por algunos de los museos más prestigiosos del mundo, como el Centraal Museum de Utrecht o Kunsthal en Rotterdam. En 2006, sus esculturas fueron aclamadas en Trafalgar Square y en el Institute of Contemporary Art, en Londres. Su fama ha dado la vuelta al mundo, llegando hasta Taipei (Taiwán). El empujón definitivo y con el que logró un amplio reconocimiento popular fue el anuncio que rodó con la compañía automovilística BMW. También ha impartido multitudinarias charlas en Estados Unidos y Europa.
Entre otros galardones, este holandés ha recibido el Premio Especial del Jurado en Ars Electronica 2005. Desde hace más de diez años, Jansen es colaborador habitual del periódico holandés Volkskrant. Una persona con gran experiencia, que ha trabajado en un gran número de campos del saber y que ha lograda un amplio reconocimiento a escala mundial gracias a sus trabajo de las últimas décadas.
Conocido como el Leonardo Da Vinci del siglo XXI, el holandés Theo Jansen se ha dedicado en cuerpo y alma a crear una nueva forma de vida durante las dos últimas décadas. Sus strandbeest (bestias de playa) parecen tan orgánicas y reales que de lejos se confunden con inmensos esqueletos de dinosaurios prehistóricos.
Sin embargo, están realizados a partir de materiales tan simples como tubos de plástico o cinta adhesiva. Sin necesidad de motores ni ningún tipo de ayuda tecnológica, Jansen hace que estas gigantes estructuras cobren vida; tan sólo requieren de la fuerza del viento y la arena de la playa. La ingeniería, la biomecánica y el arte se fusionan en la sorprendente obra de Theo Jansen, llevando el concepto de escultura cinética a su más alto nivel.
Todo el que observe por primera vez la belleza de una de estas esculturas desplazándose por la arena entenderá de inmediato que el trabajo de este ingeniero, científico y artista es algo muy especial. Este genio holandés estudia la historia de la evolución biológica para dotar a sus nuevas generaciones de criaturas de habilidades cada vez mayores. Él mismo establece eras o periodos para sus “bestias”, que evolucionan como si de verdaderos dinosaurios se tratase.
“Las barreras entre el arte y la ingeniería sólo existen en nuestra mente”
Al más puro estilo de Darwin, Theo Jansen hace que sus criaturas sean cada vez mejores y estén mejor preparadas para acondicionarse a su hábitat. Las strandbeest se conciben a través de una simulación mediante ordenador, donde compiten entre sí por ser las mejores. Jansen escoge a los que más posibilidades tienen de sobrevivir y las transforma en figuras tridimensionales. Las figuras que mejor funcionen donarán su “ADN” (estructura básica de las “bestias”) a las futuras generaciones, a través de un proceso de hibridación y evolución darwiniana. La evolución ya va por la séptima generación de strandbeest. Pero Jansen aún persigue un sueño: que sus creaciones sean capaces de sobrevivir y pensar por sí mismas, sin ningún tipo de intervención humana.
Tras abandonar sus estudios de Física en la Universidad de Delft (Holanda), Theo Jansen comenzó a mediados de los 70 a trabajar como pintor. Posteriormente, se comenzó a interesar por áreas como la robótica o la aeronáutica. Sus primeras invenciones fueron su “UFO” (OVNI), una aeronave con forma de platillo volante con la que tenía atemorizados a todos los habitantes de la ciudad holandesa de Delft, y su “máquina de pintar”, un robot que hacía grafitis sobre una pared. Así dio Jansen sus primeros pasos en el terreno de la innovación, y con los que demostró su sobrada habilidad para aplicar los conocimientos de ingeniería a diferentes proyectos artísticos, logrando una fusión asombrosa entre arte y técnica.
A comienzos de los años ochenta, Jansen comenzó a crear programas de simulación algorítmica de vida artificial, y en este momento es cuando se gesta lo que posteriormente se conocerá como strandbeest, ya que su interés por diseñar organismos vivos y autónomos a través de software le llevó a iniciar esta serie de esculturas cinéticas, dotadas de una espectacular elegancia de movimientos y que llegan a superar los diez metros de altura. Este proyecto le ha proporcionado un amplio reconocimiento a nivel mundial, traspasando su fama todas las fronteras imaginables.
“Fabrico esqueletos que son capaces de andar sobre el viento”
En los últimos años, el genio holandés ha exhibido su obra por algunos de los museos más prestigiosos del mundo, como el Centraal Museum de Utrecht o Kunsthal en Rotterdam. En 2006, sus esculturas fueron aclamadas en Trafalgar Square y en el Institute of Contemporary Art, en Londres. Su fama ha dado la vuelta al mundo, llegando hasta Taipei (Taiwán). El empujón definitivo y con el que logró un amplio reconocimiento popular fue el anuncio que rodó con la compañía automovilística BMW. También ha impartido multitudinarias charlas en Estados Unidos y Europa.
Entre otros galardones, este holandés ha recibido el Premio Especial del Jurado en Ars Electronica 2005. Desde hace más de diez años, Jansen es colaborador habitual del periódico holandés Volkskrant. Una persona con gran experiencia, que ha trabajado en un gran número de campos del saber y que ha lograda un amplio reconocimiento a escala mundial gracias a sus trabajo de las últimas décadas.
viernes, 22 de enero de 2010
SIN PALABRAS PERO CON BANDERAS EN HAITÍ
Sin palabras lo que está ocurriendo con el "protagonismo" de ciertos países y los "celos" de otros en todo el proceso de ayuda a los damnificados en el terremoto de Haití: mientras el material con la ayuda no llega a quienes realmente lo necesitan, las potencias se pelean para ver quien coloca su "bandera" más alta sobre los escombros y los huesos de este pobre país.
Yo me pregunto –y con esto no pretendo desmerecer los esfuerzos que se están haciendo por salvar vidas ante la urgencia de la situación–: ¿hasta qué punto esta "explosión de solidaridad" no tiene como causa última y profunda compensar nuestra mala conciencia? Porque, en el fondo, casi todos sabemos que el 90 por ciento de los muertos son, como diría la jerga militarista, "efectos colaterales" del terremoto y "efectos directos" del empobrecimiento de la población, al cual la mayoría de nosotros, por acción u omisión, hemos contribuido. Si de verdad existiese una preocupación para que no volvieran a repetirse desastres parecidos, se traduciría en un cambio estructural mundial que afectaría directamente las relaciones comerciales y políticas centro-periferia; como consecuencia de ello la emergencia solidaria estaría activa las 24 horas del día los 365 días del año, ya que cada día mueren 80000 personas relacionadas con el hambre y la miseria. Pero, claro, al ser causas evitables y no "naturales" –como le atribuimos al terremoto– los mass media y cada uno de nosotros preferimos arrinconarlos en el sótano de la conciencia, hasta que algún terremoto, huracán o inundación los saque a flote... o los hunda aún más.
Francia critica a EEUU por monopolizar la ayuda en Haití. El Mundo.
Haití: el presidente pidió a los donantes más coordinación y menos peleas. Clarín.
Y ahora... todos 'desastrólogos'. El Correo.
martes, 19 de enero de 2010
HAITI, O "A PERRO FLACO TODO SON PULGAS"
No es cuestión de echar más leña al fuego, pero cuando una sociedad y una clase política se lamentan por el desastre ocurrido sin haberlo querido –porque tenía los medios para hacerlo– prevenir, me huelen a, si no falsos, sí a poco auténticos sus lamentos, y menos aún si no hay propósito de enmienda, ¿o es que acaso se van a cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, entre ellos el 7º que habla de reducir -¡no de eliminar!– el número de tugurios en las poblaciones empobrecidas? Os coloco algunos textos que avalan mi punto de vista.
Los pecados de Haití. Eduardo Galeano. Adital .
La democracia haitiana nació hace un ratito. En su breve tiempo de vida, esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido más que bofetadas. Estaba recién nacida, en los días de fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general Raoul Cedras. Tres años más tarde, resucitó. Después de haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados Unidos sacó y puso al presidente Jean-Bertrand Aristide, que había sido el primer gobernante electo por voto popular en toda la historia de Haití y que había tenido la loca ocurrencia de querer un país menos injusto.
El voto y el veto
Para borrar las huellas de la participación estadounidense en la dictadura carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160 mil páginas de los archivos secretos. Aristide regresó encadenado. Le dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el poder. Su sucesor, René Préval, obtuvo casi el 90 por ciento de los votos, pero más poder que Préval tiene cualquier mandón de cuarta categoría del Fondo Monetario o del Banco Mundial, aunque el pueblo haitiano no lo haya elegido ni con un voto siquiera.
Más que el voto, puede el veto. Veto a las reformas: cada vez que Préval, o alguno de sus ministros, pide créditos internacionales para dar pan a los hambrientos, letras a los analfabetos o tierra a los campesinos, no recibe respuesta, o le contestan ordenándole:
-Recite la lección. Y como el gobierno haitiano no termina de aprender que hay que desmantelar los pocos servicios públicos que quedan, últimos pobres amparos para uno de los pueblos más desamparados del mundo, los profesores dan por perdido el examen.
La coartada demográfica
A fines del año pasado cuatro diputados alemanes visitaron Haití. No bien llegaron, la miseria del pueblo les golpeó los ojos. Entonces el embajador de Alemania les explicó, en Port-au-Prince, cuál es el problema:
-Este es un país superpoblado -dijo-. La mujer haitiana siempre quiere, y el hombre haitiano siempre puede.
Y se rió. Los diputados callaron. Esa noche, uno de ellos, Winfried Wolf, consultó las cifras. Y comprobó que Haití es, con El Salvador, el país más superpoblado de las Américas, pero está tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma cantidad de habitantes por quilómetro cuadrado.
En sus días en Haití, el diputado Wolf no sólo fue golpeado por la miseria: también fue deslumbrado por la capacidad de belleza de los pintores populares. Y llegó a la conclusión de que Haití está superpoblado... de artistas.
En realidad, la coartada demográfica es más o menos reciente. Hasta hace algunos años, las potencias occidentales hablaban más claro.
La tradición racista
Estados Unidos invadió Haití en 1915 y gobernó el país hasta 1934. Se retiró cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros. Entonces Robert Lansing, secretario de Estado, justificó la larga y feroz ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma, que tiene "una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización". Uno de los responsables de la invasión, William Philips, había incubado tiempo antes la sagaz idea: "Este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilización que habían dejado los franceses".
Haití había sido la perla de la corona, la colonia más rica de Francia: una gran plantación de azúcar, con mano de obra esclava. En El espíritu de las leyes, Montesquieu lo había explicado sin pelos en la lengua: "El azúcar sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro".
En cambio, Dios había puesto un látigo en la mano del mayoral. Los esclavos no se distinguían por su voluntad de trabajo. Los negros eran esclavos por naturaleza y vagos también por naturaleza, y la naturaleza, cómplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo debía servir al amo y el amo debía castigar al esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de cumplir con el designio divino. Karl von Linneo, contemporáneo de Montesquieu, había retratado al negro con precisión científica: "Vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas". Más generosamente, otro contemporáneo, David Hume, había comprobado que el negro "puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras".
La humillación imperdonable
En 1803 los negros de Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de Napoleón Bonaparte, y Europa no perdonó jamás esta humillación infligida a la raza blanca. Haití fue el primer país libre de las Américas. Estados Unidos había conquistado antes su independencia, pero tenía medio millón de esclavos trabajando en las plantaciones de algodón y de tabaco. Jefferson, que era dueño de esclavos, decía que todos los hombres son iguales, pero también decía que los negros han sido, son y serán inferiores.
La bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. La tierra haitiana había sido devastada por el monocultivo del azúcar y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la población había caído en el combate. Entonces empezó el bloqueo. La nación recién nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía.
El delito de la dignidad
Ni siquiera Simón Bolívar, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplomático del país negro. Bolívar había podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya España lo había derrotado, gracias al apoyo de Haití. El gobierno haitiano le había entregado siete naves y muchas armas y soldados, con la única condición de que Bolívar liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había ocurrido. Bolívar cumplió con este compromiso, pero después de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al país que lo había salvado. Y cuando convocó a las naciones americanas a la reunión de Panamá, no invitó a Haití pero invitó a Inglaterra.
Estados Unidos reconoció a Haití recién sesenta años después del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio francés de la anatomía, descubría en París que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene. Para entonces, Haití ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los famélicos recursos del país al pago de la deuda francesa: Europa había impuesto a Haití la obligación de pagar a Francia una indemnización gigantesca, a modo de perdón por haber cometido el delito de la dignidad.
La historia del acoso contra Haití, que en nuestros días tiene dimensiones de tragedia, es también una historia del racismo en la civilización occidental.
[Brecha 556, Montevideo, 26 de julio de 1996].
Oxfam: la ruta injusta del arroz, el caso de Haití. BBCMundo.com. 2005/04/11
La agencia humanitaria Oxfam denunció que los países más ricos en el mundo continúan subsidiando a sus agricultores en detrimento de los países más pobres.
Oxfam afirma que los subsidios permiten que los exportadores inunden los mercados de los países en vías de desarrollo con productos a precios baratos.
Así, si en Estados Unidos producir una tonelada de arroz cuesta US$415, ésta puede ser vendida en países arroceros como Honduras, Haití o Ghana a US$274.
Este precio, dice Oxfam, constituye una práctica injusta de dumping que impide competir a los productores del tercer mundo.
El informe, titulado "Derribar la Puerta", fue presentado a la Organización Mundial del Comercio (OMC) junto con una petición firmada por 7 millones de personas en la que se hace un llamado a un comercio más justo.
El caso de Haití
Oxfam expone el caso concreto del arroz que se exporta desde el estado de Arkansas, en Estados Unidos, hacia Haití.
En 1995, Haití fue presionado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que redujera los aranceles a las importaciones de arroz de un 35% al 3%.
Desde ese momento, las importaciones de arroz aumentaron en un 150% y, actualmente, tres de cada cuatro platos que se consumen en Haití proceden de Estados Unidos.
Esto benefició a la cooperativa agrícola estadounidense Riceland Foods, que vio crecer sus exportaciones en US$123 millones entre 1995 y 2003.
En Haití, en cambio, los 50.000 agricultores que sembraban arroz vieron caer los precios, y aumentaron los índices de pobreza y desnutrición.
Oxfam advierte que lo mismo sucederá con productos como el pollo, la leche en polvo, el azúcar, la soya, el maíz y el trigo si se sigue forzando a los países más pobres a reducir los aranceles.
"Si esta agenda de los países ricos tiene éxito, habrá una bonanza para las grandes empresas agrícolas, pero pondrá en peligro la vida de los productores de los países pobres, que representan el 96% de los agricultores en el mundo", dice el informe.
lunes, 11 de enero de 2010
ATLAS Y EL CALENTAMIENTO GLOBAL
Que la cosa está que arde –no nos dejemos engañar por el gélido invierno que se está viviendo en Europa– lo sabe hasta el propio Atlas: cada vez le cuesta más sostener al mundo, y no precisamente porque se haya vuelto más pesado o Atlas se haya debilitado, no, lo que ocurre es que nuestro titan no estaba preparado para un calentamiento global como éste. Los políticos de turno –con el "espíritu parcheante" que les caracteriza– le han prestado unos guantes de cocina, pero ni con esas... Ya veremos cómo acaba todo esto...
jueves, 7 de enero de 2010
MARTA RIVERA DE LA CRUZ, escritora y periodista polivalente
Juan Ignacio Cortés. 21 RS.
Decía Sabina que hay que espabilarse si eres trapecista. Lo mismo vale para los periodistas, que tienen que hacer de todo. Así que Marta Rivera de la Cruz ha tocado todos los palos en periodismo: cultura, moda, política… También como escritora. Aunque lo más conocido de ella son sus novelas, reconocidas con numerosas distinciones –desde el JB de novela corta a la edad de 26 añitos hasta la condición de finalista del Planeta en 2006, diez años después–, Rivera ha practicado también el ensayo y la literatura infantil. No le parece contradictorio colaborar con la COPE y El País al mismo tiempo: un ejemplo de tolerancia en esta época de trincheras. Acaba de publicar La importancia de las cosas.
Estudió para especialista en comunicación política. ¿No cree que últimamente, en la política de este país, reina la incomunicación?
En España, la comunicación política sigue siendo una asignatura pendiente para casi todos los partidos.
Desde muy joven la consideraron sobradamente preparada.
Bueno… habrá gente que sí, habrá gente que no. Yo considero que me queda mucho por aprender para estar preparada de verdad.
Colabora con El País y con la COPE al mismo tiempo. ¿Algo de esquizofrenia en estos tiempos de trincheras?
Para nada. Influye el hecho de que me dedico a géneros que no son muy conflictivos. En la COPE, trabajo en un magazine cultural y en El País hago reportajes. No hago información política, vaya.
Fue cronista de modas, pero, por lo que sé de usted, lo de antes muerta que sencilla no van con su persona.
¿Por…?
Parece una persona más sencilla que todo eso.
Sí, eso sí. Cuando empecé, hice bodas, bautizos y comuniones y todo lo que surgía. Hacer periodismo de moda me pareció muy divertido en su momento. Pero, si puedo elegir, no es lo que más me interesa.
Convertida en escritora de prestigio, no abandona el periodismo. ¿Es una adicción?
No sé si llega a la adicción, pero me gusta muchísimo. Además, mi género preferido, el reportaje, es una escuela buenísima para un escritor.
Menuda la que le tienen liada a usted por la cuestión del gallego.
La tienen ellos, yo no.
Pese a cualquier polémica, dicen que usted siempre deja amigos por donde pasa.
Me gusta llevarme bien con la gente. Y creo que hay muy poca gente con la que uno no pueda llevarse bien.
Finalista con 26 años del premio JB de novela corta, ¿se bebió todo el whisky que le regalaron?
Yo soy más de ginebra. Además, no me dieron whisky. Pensaba que sí que lo iban a hacer, e incluso tenía preparada una fiesta en casa, pero el whisky no llegó.
Abundando en el tema, escribió un libro sobre fiestas que hicieron historia. ¿Investigó también las resacas?
No puedo hacer un libro sobre las resacas porque se me ha adelantado Juan Bas con un libro fantástico que se llama Tratado de la resaca del amor en el que ha dicho todo lo que hay que decir sobre el tema.
Finalista del Planeta con El tiempo de los prodigios. ¿Cuáles son los prodigios de nuestro tiempo?
Personas concretas que trabajan por otros y se enfrentan a dificultades diarias, desde la pareja que se queda en paro y tiene que sacar adelante una familia hasta los miembros de órdenes religiosas que se juegan su vida en zonas del planeta por las que yo no iría ni aunque me pagaran en oro.
Esta novela, La importancia de las cosas, ¿le ha servido para descubrir qué cosas son importantes?
Creo que la suerte que he tenido es que siempre he sabido las cosas que importan de verdad: Los afectos que se van creando en la vida.
Un suicida, un hombre tímido que no se atreve a declarar su amor, un rector ambicioso. Sus personajes están llenos de dolor o pasión. ¿Son esos los mimbres de la vida?
El dolor, desde luego. La pasión, por supuesto. También el entusiasmo y el deseo de las cosas: la ambición bien entendida.
En sus novelas hay bastante de aventuras y se confiesa devota del género. ¿Cuál sería la aventura que le gustaría vivir en la vida real?
¡Uy, qué difícil! No sé… Una aventura relacionada con un viaje. Yo relaciono mucho la aventura con el traslado espacial.
En sus libros suele utilizar la técnica del relato dentro del relato. Al final, ¿qué tiene la literatura de laberinto y puzzle?
Todo. Más en mi caso. Yo cuando empiezo una novela nunca sé cómo va a acabar. Tengo que ir encontrando las piezas que me faltan para acabar el puzzle o las pistas que me permitan salir del laberinto.
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