jueves, 7 de enero de 2010
MARTA RIVERA DE LA CRUZ, escritora y periodista polivalente
Juan Ignacio Cortés. 21 RS.
Decía Sabina que hay que espabilarse si eres trapecista. Lo mismo vale para los periodistas, que tienen que hacer de todo. Así que Marta Rivera de la Cruz ha tocado todos los palos en periodismo: cultura, moda, política… También como escritora. Aunque lo más conocido de ella son sus novelas, reconocidas con numerosas distinciones –desde el JB de novela corta a la edad de 26 añitos hasta la condición de finalista del Planeta en 2006, diez años después–, Rivera ha practicado también el ensayo y la literatura infantil. No le parece contradictorio colaborar con la COPE y El País al mismo tiempo: un ejemplo de tolerancia en esta época de trincheras. Acaba de publicar La importancia de las cosas.
Estudió para especialista en comunicación política. ¿No cree que últimamente, en la política de este país, reina la incomunicación?
En España, la comunicación política sigue siendo una asignatura pendiente para casi todos los partidos.
Desde muy joven la consideraron sobradamente preparada.
Bueno… habrá gente que sí, habrá gente que no. Yo considero que me queda mucho por aprender para estar preparada de verdad.
Colabora con El País y con la COPE al mismo tiempo. ¿Algo de esquizofrenia en estos tiempos de trincheras?
Para nada. Influye el hecho de que me dedico a géneros que no son muy conflictivos. En la COPE, trabajo en un magazine cultural y en El País hago reportajes. No hago información política, vaya.
Fue cronista de modas, pero, por lo que sé de usted, lo de antes muerta que sencilla no van con su persona.
¿Por…?
Parece una persona más sencilla que todo eso.
Sí, eso sí. Cuando empecé, hice bodas, bautizos y comuniones y todo lo que surgía. Hacer periodismo de moda me pareció muy divertido en su momento. Pero, si puedo elegir, no es lo que más me interesa.
Convertida en escritora de prestigio, no abandona el periodismo. ¿Es una adicción?
No sé si llega a la adicción, pero me gusta muchísimo. Además, mi género preferido, el reportaje, es una escuela buenísima para un escritor.
Menuda la que le tienen liada a usted por la cuestión del gallego.
La tienen ellos, yo no.
Pese a cualquier polémica, dicen que usted siempre deja amigos por donde pasa.
Me gusta llevarme bien con la gente. Y creo que hay muy poca gente con la que uno no pueda llevarse bien.
Finalista con 26 años del premio JB de novela corta, ¿se bebió todo el whisky que le regalaron?
Yo soy más de ginebra. Además, no me dieron whisky. Pensaba que sí que lo iban a hacer, e incluso tenía preparada una fiesta en casa, pero el whisky no llegó.
Abundando en el tema, escribió un libro sobre fiestas que hicieron historia. ¿Investigó también las resacas?
No puedo hacer un libro sobre las resacas porque se me ha adelantado Juan Bas con un libro fantástico que se llama Tratado de la resaca del amor en el que ha dicho todo lo que hay que decir sobre el tema.
Finalista del Planeta con El tiempo de los prodigios. ¿Cuáles son los prodigios de nuestro tiempo?
Personas concretas que trabajan por otros y se enfrentan a dificultades diarias, desde la pareja que se queda en paro y tiene que sacar adelante una familia hasta los miembros de órdenes religiosas que se juegan su vida en zonas del planeta por las que yo no iría ni aunque me pagaran en oro.
Esta novela, La importancia de las cosas, ¿le ha servido para descubrir qué cosas son importantes?
Creo que la suerte que he tenido es que siempre he sabido las cosas que importan de verdad: Los afectos que se van creando en la vida.
Un suicida, un hombre tímido que no se atreve a declarar su amor, un rector ambicioso. Sus personajes están llenos de dolor o pasión. ¿Son esos los mimbres de la vida?
El dolor, desde luego. La pasión, por supuesto. También el entusiasmo y el deseo de las cosas: la ambición bien entendida.
En sus novelas hay bastante de aventuras y se confiesa devota del género. ¿Cuál sería la aventura que le gustaría vivir en la vida real?
¡Uy, qué difícil! No sé… Una aventura relacionada con un viaje. Yo relaciono mucho la aventura con el traslado espacial.
En sus libros suele utilizar la técnica del relato dentro del relato. Al final, ¿qué tiene la literatura de laberinto y puzzle?
Todo. Más en mi caso. Yo cuando empiezo una novela nunca sé cómo va a acabar. Tengo que ir encontrando las piezas que me faltan para acabar el puzzle o las pistas que me permitan salir del laberinto.
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