sábado, 4 de julio de 2015

GRECIA Y DOS PREMIOS NÓBEL: KRUGMAN Y STIGLITZ

(¡ILUSTRACIÓN DE UNA ENTRADA DEL 29 DE ENERO DE 2010!)
Krugman sobre Grecia.
Es evidente, desde hace tiempo, que la creación del euro fue un terrible error. Europa nunca tuvo las condiciones previas para una moneda única de éxito, por encima de todo, el tipo de unión fiscal y bancaria que, por ejemplo, asegura que cuando la burbuja inmobiliaria estalla en Florida, Washington protege automáticamente a la tercera edad de cualquier amenaza sobre su atención sanitaria o sobre sus depósitos bancarios.
Pero la situación en Grecia ha alcanzado lo que parece ser un punto de no retorno. Los bancos están cerrados temporalmente y el Gobierno ha impuesto controles de capital (límites al movimiento de fondos al extranjero). Parece altamente probable que el Ejecutivo pronto tendrá que empezar a pagar las pensiones y los salarios en papel, lo que, en la práctica, crearía una moneda paralela. Y la semana que viene el país va a celebrar un referéndum sobre la conveniencia de aceptar las exigencias de la troika —las instituciones que representan los intereses de los acreedores— de redoblar, aún más, la austeridad. 
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Grecia debe votar "no", y su Gobierno debe estar listo para, si es necesario, abandonar el euro.

Para entender por qué digo esto, debemos primero ser conscientes de que la mayoría de cosas —no todas, pero sí la mayoría— que hemos oído sobre el despilfarro y la irresponsabilidad griega son falsas. Sí, el gobierno griego estaba gastando más allá de sus posibilidades a finales de la década de los 2000. Pero, desde entonces ha recortado repetidamente el gasto público y ha aumentado la recaudación fiscal. El empleo público ha caído más de un 25 por ciento, y las pensiones (que eran, ciertamente, demasiado generosas) se han reducido drásticamente. Todas las medidas han sido, en suma, más que suficientes para eliminar el déficit original y convertirlo en un amplio superávit.
Lo que hemos oído sobre el despilfarro y la irresponsabilidad griega es falso
¿Por qué no ha ocurrido esto? Porque la economía griega se ha desplomado, en gran parte, como consecuencia directa de estas importantes medidas de austeridad, que han hundido la recaudación.
Y este colapso, a su vez, tuvo mucho que ver con el euro, que atrapó a la economía griega en una camisa de fuerza. Por lo general, los casos de éxito de las políticas austeridad —aquellos en los que los países logran frenar su déficit fiscal sin caer en la depresión—, llevan aparejadas importantes devaluaciones monetarias que hacen que sus exportaciones sean más competitivas. Esto es lo que ocurrió, por ejemplo, en Canadá en la década de los noventa, y más recientemente en Islandia. Pero Grecia, sin divisa propia, no tenía esa opción.
¿Quiero decir con esto que sería conveniente el Grexit —la salida de Grecia del euro—? No necesariamente. El problema del Grexit ha sido siempre el riesgo de caos financiero, de un sistema bancario bloqueado por las retiradas presa del pánico y de un sector privado obstaculizado tanto por los problemas bancarios como por la incertidumbre sobre el estatus legal de las deudas. Es por eso que los sucesivos gobiernos griegos se han adherido a las exigencias de austeridad, y por lo que incluso Syriza , la coalición de izquierda en el poder, estaba dispuesta a aceptar una austeridad que ya había sido impuesta. Lo único que pedía era evitar una dosis mayor de austeridad.
Pero la troika ha rechazado esta opción. Es fácil perderse en los detalles, pero ahora el punto clave es que los acreedores han ofrecido a Grecia un "tómalo o déjalo", una oferta indistinguible de las políticas de los últimos cinco años.
Esta oferta estaba y está destinada a ser rechazada por el primer ministro griego, Alexis Tsipras: no puede aceptarla porque supondría la destrucción de su razón política de ser. Por tanto, su objetivo debe ser llevarle a abandonar su cargo, algo que probablemente sucederá si los votantes griegos temen tanto la confrontación con la troika como para votar sí la semana que viene.
Es hora de poner fin a este inimaginable. De lo contrario Grecia se enfrentará a la austeridad infinita
Pero no deben hacerlo por tres razones. En primer lugar, ahora sabemos que la austeridad cada vez más dura es un callejón sin salida: tras cinco años, Grecia está en peor situación que nunca. En segundo lugar, prácticamente todo el caos temido sobre Grexit ya ha sucedido. Con los bancos cerrados y los controles de capital impuestos, no hay mucho más daño que hacer.
Por último, la adhesión al ultimátum de la troika conllevaría el abandono definitivo de cualquier pretensión de independencia de Grecia. No nos dejemos engañar por aquellos que afirman que los funcionarios de la troika son sólo técnicos que explican a los griegos ignorantes lo que debe hacerse. Estos supuestos tecnócratas son, en realidad, fantaseadores que han hecho caso omiso de todos los principios de la macroeconomía, y que se han equivocado en cada paso dado. No es una cuestión de análisis; es una cuestión de poder: el poder de los acreedores para tirar del enchufe de la economía griega, que persistirá mientras salida del euro se considere impensable.
Así que es hora de poner fin a este inimaginable. De lo contrario Grecia se enfrentará a la austeridad infinita y a una depresión de la que no hay pistas sobre su final.
Paul Krugman recibió el premio Nobel de Economía en 2008.
© The New York Times Company, 2015.


Stiglitz sobre Grecia.
Las rencillas actuales en Europa pueden parecer el desenlace inevitable del amargo enfrentamiento entre Grecia y sus acreedores. En realidad, los dirigentes europeos están empezando a mostrar verdaderamente por qué se pelean: por el poder y la democracia, mucho más que por el dinero y la economía. Los resultados económicos del programa que la troika impuso a Grecia hace cinco años han sido terribles, con un descenso del 25% del PIB nacional. La tasa de desempleo juvenil alcanza ya el 60%. No se me ocurre ninguna otra depresión en la historia que haya sido tan deliberada y haya tenido consecuencias tan catastróficas.
Sorprende que la troika se niegue a asumir la responsabilidad de todo eso y no reconozca que sus previsiones y modelos estaban equivocados. Pero todavía sorprende ver más que los líderes europeos no han aprendido nada. La troika sigue exigiendo a Grecia que alcance un superávit presupuestario primario del 3,5% del PIB en 2018. Economistas de todo el mundo han dicho que ese objetivo es punitivo, porque los esfuerzos para lograrlo producirán sin remedio una crisis aún más profunda. Es más, aunque se reestructure la deuda griega hasta extremos inimaginables, el país seguirá sumido en la depresión si sus ciudadanos votan a favor de las propuestas de la troika en el referéndum convocado para este fin de semana.
En la tarea de transformar un déficit primario inmenso en un superávit, pocos países han conseguido tanto como Grecia en estos últimos cinco años. Y aunque los sacrificios han sido inmensos, la última oferta del Gobierno era un gran paso hacia el cumplimiento de las demandas de los acreedores. Hay que aclarar que casi nada de la enorme cantidad de dinero prestada a Grecia ha ido a parar allí. Ha servido para pagar a los acreedores privados, incluidos los bancos alemanes y franceses. Grecia no ha recibido más que una miseria, y se ha sacrificado para proteger los sistemas bancarios de esos países. El FMI y los demás acreedores no necesitan el dinero que reclaman. En circunstancias normales, lo más probable es que volvieran a prestar ese dinero recibido a Grecia.
Pero repito que lo importante no es el dinero, sino obligar a Grecia a ceder y aceptar lo inaceptable: no solo las medidas de austeridad, sino otras políticas regresivas y punitivas. ¿Por qué hace eso Europa? ¿Por qué los líderes de la UE se oponen al referéndum y se niegan a prorrogar unos días el plazo para que Grecia pague al FMI? ¿Acaso la base de Europa no es la democracia?
En enero, los griegos eligieron un Gobierno que se compremetió a terminar con la austeridad. Si Tsipras se limitara a cumplir sus promesas, ya habría rechazado la propuesta. Pero quería dar a los griegos la posibilidad de opinar sobre una cuestión tan crucial para el futuro bienestar del país. Esa preocupación por la legitimidad popular es incompatible con la política de la eurozona, que nunca ha sido un proyecto muy democrático. Los Gobiernos miembros no pidieron permiso a sus ciudadanos para entregar su soberanía monetaria al BCE; solo lo hizo Suecia, y los suecos dijeron no. Comprendieron que, si la política monetaria estaba en manos de un banco central obsesionado con la inflación, el desempleo aumentaría.
Esa preocupación por la legitimidad popular es incompatible con la política de la eurozona, que nunca ha sido un proyecto muy democrático
Lo que estamos presenciando ahora es la antítesis de la democracia. Muchos dirigentes europeos desean que caiga el gabinete de izquierdas de Alexis Tsipras, porque resulta muy incómodo que en Grecia haya un Gobierno contrario a las políticas que han contribuido al aumento de las desigualdades en los países avanzados y decidido a controlar el poder de la riqueza. Y creen que pueden acabar con él obligándole a aceptar un acuerdo contradictorio con su mandato.
Es difícil aconsejar a los griegos qué votar. Ninguna alternativa será fácil, y ambas son arriesgadas. Un  significaría una depresión casi interminable. Quizá un país agotado y empobrecido pueda obtener, por fin, el perdón de la deuda; quizá entonces pueda recibir ayuda del Banco Mundial, en esta década o la siguiente. En cambio, el nopodría permitir que Grecia, con su sólida tradición democrática, se haga cargo de su destino. Entonces los griegos podrían tener la oportunidad de construir un futuro, aunque no tan próspero como el pasado, sí mucho más esperanzador que el inadmisible tormento actual.
Yo sé lo que yo votaría.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, es profesor universitario en la Universidad de Columbia.
© Project Syndicate
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
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"LAUDATO SÍ"... ¡AHORA SÍ! UN PAPA PROFETA.

Con un lenguaje claro, ameno, cercano, realiza un análisis de las causas y consecuencias de los grandes problemas medioambientales, denunciando a los responsables y proponiendo caminos para superar este enorme y decisivo reto. Los dos primeros número resumen perfectamente de qué va el resto de la encíclica:
“Laudato Sí’, mi’ Signore” – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba ». (LS, 1)
Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura. (LS, 2)
Tras “reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta” y que las líneas de acción “involucran tanto a cada uno de nosotros como a la política internacional” (LS, 15), el papa Francisco propone como ejes transversales: “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.” (LS, 16)
Destaca a la EDUCACIÓN como una herramienta imprescindible para que la humanidad “cambie de rumbo” y para desarrollar ”la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos” (LS, 202) Es necesario un cambio en el estilo de vida que llegue a “ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social” (LS, 205), y esto se hace fundamentalmente cambiando nuestros hábitos de consumo, lo que resulta muy difícil, sobre todo para los jóvenes que, a pesar de tener mayor sensibilidad ecológica y un espíritu generoso, “han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que le vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos”. Por eso, sigue diciendo el papa, “estamos ante un DESAFÍO EDUCATIVO”. (LS, 209)
 

OTRO ANÁLISIS INTERESANTE DE VARIAS ONGS CRISTIANAS, aquí.
Para leer y descargar la encíclica completa: aquí.

jueves, 2 de julio de 2015

LA CUESTIÓN GRIEGA Y EL EVANGELIO

J. I. González Faus. [La Vanguardia]

Cada vez parece más seguro que el Padrenuestro no reza “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”: ¡como si nosotros fuéramos a darle a Dios lecciones de perdón! En arameo, la misma palabra significa a la vez “culpa” y “deuda monetaria”.  Jesús vivió en un mundo agobiado por las deudas y, probablemente, quiso decir: “perdona nuestros pecados, que también nosotros vamos a perdonar a nuestros deudores económicos”. Así lo mantiene la traducción catalana: “perdoneu les nostres culpes així com nosaltres perdonem els nostres deutors”.

Refuerza esa opinión otra parábola que narra Mateo: un deudor a quien se perdona una deuda inmensa (símbolo de nuestra culpa ante Dios), es luego incapaz de perdonar a quien le debe sólo unos pocos dineros: sugiriendo que nuestros créditos económicos son una nonada ante lo que nosotros debemos a Dios.
Si las cosas son así, podemos mirar nuestra historia de manera más cristiana. En 1953, Alemania, derrotada en la guerra, se hallaba en grave crisis con una deuda que no podía pagar (38.000 millones de marcos de la época) y amenazada de bancarrota. Los principales acreedores (USA, UK, Francia, Grecia, España e Italia…), en vez de proclamar “que cada cual pague lo que debe”, firmaron el Acuerdo de Londres, que concedía una quita del 62% de la deuda y un calendario de pagos para el resto. Gracias a eso y al plan Marshall, Alemania se rehízo y consiguió el “milagro alemán” (que era también milagro de sus acreedores). Cuesta comprender que hoy, el gobierno alemán, olvide aquella historia aún reciente. La vida da muchas vueltas: ¿qué pasaría si un día (Dios no lo quiera), Alemania vuelve a encontrarse en la situación de la última postguerra?

Porque además, el problema griego no se resuelve con que “cada cual pague sus deudas” (o “pacta sunt servanda”, en latín). Cualquier jurista sabe que ese principio tiene mil matices que olvidan quienes apelan a él: deudas odiosas, deudas ilegítimas, contraídas contra el interés de la población… En todo caso, ese principio valdrá cuando el “cada cual” sea un individuo concreto. Pero cuando es un colectivo o un ente abstracto, no puede aplicarse indiscriminadamente. No vale gritar que quien debe pague, si antes no establecemos que pague quien de veras debe.

Más aún: Grecia pertenece a la ONU. Según el artículo 55 de la Carta de Naciones Unidas, cada estado tiene el deber de fomentar el pleno empleo, el aumento del nivel de vida y desarrollo económico y social. Según el artículo 103 de esa Carta Magna, en caso de conflicto entre las obligaciones de los miembros de la ONU y obligaciones contraídas por otros acuerdo internacionales, deben permanecer las primeras. ¿En qué manos estamos pues? Si nuestros gobernantes cumplen así sus obligaciones internacionales primarias ¿cómo se atreven a exigir que las cumplan los demás respecto a ellos? Luego nos acusan de “no tener sentido europeo”. Quizá quienes no lo tienen son esos que acusan. Porque a lo mejor lo que tiene la gente es un gran sentido europeo y, por eso, abomina de esta Europa tan lejana de lo mejor de ella misma.

En Grecia, España, Portugal…, han pagado la deuda los que menos debían personalmente, y se han escapado de ella los que más debían y más tenían. Grecia tiene sus pecados, sin duda: no tan graves como los de Alemania que llevaron a la segunda guerra mundial. Como tiene su pecado Goldman Sachs, consejera de Grecia (y cuyo delegado para Europa era el señor de Guindos): y no sabemos que esa entidad haya debido pagar nada por enseñar a estafar.

Los pueblos (y los seres humanos) somos capaces de lo mejor y lo peor. Nuestras historias tienen páginas admirables y páginas vergonzosas. La pasión del dinero suele sacar lo peor de nosotros. Bueno sería que Alemania recuerde su pasado reciente y no vuelva a sacar lo peor de sí: porque si saca lo mejor y todo lo bueno que tiene, tendremos muchas cosas que admirar y agradecerle.

Lo mejor de Alemania es, por ejemplo, que haya sido precisamente una fundación alemana (Hans Böckler) la que ha dado a conocer los siguientes datos sobre Grecia: entre 2008-2012 los ingresos brutos cayeron un 22’6%; los salarios un 27’4% (34’6% los más bajos y sólo 4’8 en el 1% más alto). El decil de hogares más pobres perdió en 5 años el 86’4 de sus ingresos, el decil más rico sólo el 17%… Que pague quien debe, pues.

Quienes no somos alemanes y parece que tenemos esas ganas de “¡que paguen ellos, que también tuvimos que pagar nosotros!”, o deseamos dar lecciones y sentirnos superiores, deberíamos preguntarnos si nos parecemos a un personaje de otra parábola de Jesús: el hermano del hijo pródigo, tan cumplidor él,  siempre obediente a su padre, a quien recrimina porque “viene este hijo tuyo que ha dilapidado tu fortuna con prostitutas y matas un ternero para celebrarlo; a mí nunca me has hecho un regalo así”…

El padre podría haberle dicho: es verdad hijo; pero, a lo que se ve, todas esas buenas obras tuyas no te han servido para tener un corazón bueno sino para tener un corazón duro. Y yo ¿para qué quiero corazones duros? Se lo podría haber dicho pero, como también era hijo suyo, no se lo dijo. Y con ello le regaló aún más que si hubiera matado un ternero cebado. -------------------------------- 

Teólogos alemanes piden el alivio de la deuda para Grecia
"Los cristianos no vemos la historia desde la perspectiva de los poderosos. Ni desde la perspectiva de las "instituciones" o desde la perspectiva del gobierno alemán o del señor Schäuble. Tampoco miramos las situaciones desde la perspectiva de la oligarquía griega o de los bancos: Dios promete justicia a los pobres y débiles. Es nuestro deber hacer cumplir los derechos de los pobres. (Ex 3,7-8)"
En Grecia estamos viendo actualmente cómo se exprime sin igual a los pobres, desempleados y necesitados. Es hora de hablar de las consecuencias de las políticas que la UE, impulsadas especialmente por nuestro gobierno federal, está imponiendo al pueblo griego. Cada pago de ayuda a Grecia beneficia hasta el momento en un 80% a los bancos y a los inversores financieros y, al mismo tiempo, está sujeto a unas condiciones durísimas: recortes de pensiones, aumentos del IVA, privatización de los bienes públicos o reducción de los plazos de preaviso en caso de despidos. 
La reforma del sistema de sanidad ya ha provocado el cierre de hospitales, hasta un tercio de la población no dispone de la cobertura de la Seguridad Social, la tasa de desempleo es del 30% y la pobreza abierta y encubierta se está extendiendo con una rapidez alarmante. En este momento, el FMI exige la reducción de los salarios y nuevos recortes en los derechos de los trabajadores y las trabajadoras. Sistemáticamente se han ido anulando los derechos sociales y humanos fundamentales con las imposiciones de la “Troika”, tal y como ha criticado incluso la Unión Europea.
 “Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. (…) haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo.” (Lucas 6,34-35) 
Una buena vida sólo es posible si todo el mundo puede vivir. O en términos económicos: Grecia sólo será capaz de producir lo suficiente para todo el mundo si las personas no están demasiado enfermas o hambrientas para ello. En enero, el nuevo Gobierno griego había propuesto una conferencia europea sobre la reestructuración de la deuda: su idea era vincular los reembolsos de la deuda a una cláusula de crecimiento (es decir, empezar cuando exista un crecimiento económico significativo). "Si yo fuera un político griego responsable, no haría debates sobre el corte de las deudas," se mofaba cínicamente el ministro de finanzas alemán Schäuble a esta propuesta. 
Las deudas deben ser condonadas cuando no se pueden devolver y provocan miseria y pobreza. Según la Biblia la culpa del hombre ante Dios consiste en el hecho de querer cobrar inexorablemente las deudas impagables. Dios perdona al hombre su deuda que tiene con Él cuando los hombres perdonan las deudas que otros tienen con ellos. La Biblia contiene la sabiduría milenaria que se materializa hoy en Grecia: deudas impagables destruyen la vida del deudor. La oración del Padre nuestro: "Y perdónanos nuestras deudas" exige la renuncia del cumplimiento de las leyes que matan a las personas. Por la vida humana, es decir, para que los deudores puedan vivir, el Padre nuestro pide resistencia contra la ley que obliga a pagar las deudas. 
Alemania en particular deberá saber esto después de todo lo que pasó. Porque en el Acuerdo de Deudas de Londres de 1953 también nos ofrecieron un nuevo comienzo aplazando muchas reparaciones legítimas. Los políticos son conscientes del hecho de que esas reparaciones sólo se aplazaron, porque Horst Teltschik escribió en 1990 al antiguo canciller Helmut Kohl en el contexto de las negociaciones sobre la reunificación alemana: "Un reclamo de nuestros antiguos enemigos sobre las reparaciones sólo puede ser el resultado de obligaciones que formen parte de un tratado de paz (... ). Queremos evitar a toda costa asumir ese tipo de obligaciones." ¡Por eso en ese momento no se firmó ningún tratado de paz formal! ¡Así es cómo actúa Alemania frente a los pagos de su deuda y de su responsabilidad histórica! 
 En el año 2000, las iglesias cristianas exigieron una condonación de la deuda para los países del Tercer Mundo. Hoy en día, cuando se trata de nuestra propia casa europea callan, aunque la condonación de la deuda griega sería un paso necesario si se siguen criterios cristianos y económicos. Se callan porque se meterían con los especuladores y, aunque después de todas estas crisis financieras y de deuda de los últimos años y sus efectos sociales devastadores sería lo más razonable atacar a este capitalismo neoliberal y a la política de austeridad europea. 
No nos engañemos: Si permanecemos en silencio en el caso de Grecia, aumentará la devastación y no se podrá combatir esta política de empobrecimiento y la miseria en los próximos años. 
Nosotros, cristianos de diferentes iglesias, exigimos una conferencia europea sobre la deuda, para que no se sacrifiquen la democracia y el estado social a los inversores financieros. ¡Exigimos a nuestro gobierno y a la UE que condonen la deuda a Grecia y que abandonen esta política devastadora de empobrecimiento! 

Initial signatories: 
Professor emeritus Franz Segbers, professor of social ethics at Marburg University 
Dr Kuno Füssel, theologian and mathematician, Andernach 
Dr Michael Ramminger, Institute for Theology and Politics / Münster 
Prof. Ulrich Duchrow, Heidelberg 
Werner Gebert, retired priest, Group for an ecumenical future (Plädoyer für eine ökumenische Zukunft) 
Priest emeritus Norbert Arntz, Kleve 
Ulrich Schmitthenner, retired priest 
Dr Katja Strobel, theologian, Frankfurt am Main 
Prof. Hermann Steinkamp, Münster 
Prof. Franz Hinkelammert, Costa Rica 
Günther Salz, former chairman of the Catholic Workers’ Movement (KAB) Diocesan Association Trier, Engers 
Dr Julia Lis, Institute for Theology and Politics / Münster 
Carl-Peter Clusmann, retired Catholic priest, Dortmund 
Prof. Stylianos Tsompanidis, Professor of ecumenical theology / Thessaloniki, Greece 
Dr Paul Petzel, Grammar school teacher in art and religious education, Andernach 

Traducción: José Luis Martínez 
Fuente: http://www.itpol.de/?p=1761 
- See more at: http://www.21rs.es/news/view/9696#sthash.QDwABJjH.dpuf

miércoles, 10 de junio de 2015

ARCOIRIS EN EL MAPA POLÍTICO ESPAÑOL

Dicen que "en la variedad está el gusto", y eso parece adecuado para describir la situación política en el panorama municipal y autonómico español tras las elecciones del 15 de mayo. Los resultados de las urnas rompieron el asfixiante, aburrido y monocolor panorama anterior, gobernado a golpe de decreto por las mayorías absolutas (a veces absolutistas) del PP; ahora, al menos, la "cosa política" está más animada y el "gusto" por el debate para llegar a acuerdos ha vuelto al ruedo político. Esperemos que de este aparente –o no tanto– caos multicolor de partidos surja un cosmos político más afín con las inquietudes y esperanzas de los ciudadanos.

sábado, 9 de mayo de 2015

LOS INMIGRANTES SE HUNDEN, LA HIPOCRESÍA FLOTA

Si no hay muertos, no hay noticia. Aún más: si no hay gran número de muertos, no hay noticia. Todavía más: si no hay gran número de muertos "a la vez" y "geográficamente localizados", no hay noticia. Y lo último, ¡de verdad!: si no hay gran número de muertos "a la vez", "geográficamente localizados" y con una periodicidad lo suficientemente amplia como para no "cansar" a los receptores, no hay noticia.
El hecho de que muriese uno o dos inmigrantes cada día al cruzar el Mediterráneo, no sería noticia; pero que mueran cientos de ellos en un sólo día, y más si van en una sola barca, sí lo es. Que mueran 20000 personas de hambre cada día en muchos países empobrecidos, resulta demasiado frecuente –cada día– y bastante deslocalizado –muchos países– como para ser noticia. Nosotros no estamos dispuestos a "amargarnos" la existencia diaria con semejantes noticias y, simplemente las ignoramos; por lo que no nos exigimos ningún tipo de cambio para evitarla, ni se lo exigimos a nuestros políticos. Con las catástrofes "evitables" –las "naturales" tampoco incomodan demasiado a nuestra conciencia– de baja frecuencia, si que solemos incordiar a nuestros políticos para que hagan algo, no sabemos qué, pero "algo". Tras el "chute" ético de la primera semana del desastre, los medios de comunicación callan, los políticos se calman y nosotros nos olvidamos.

domingo, 26 de abril de 2015

SOÑÁNDONOS

Dicen los abórigenes australianos que la realidad que conocemos es un sueño de Dios; afirman los físicos cuánticos que algo (para ellos las párticulas subatómicas, verdaderas semillas de lo tangible) no viene a la existencia hasta que no se le observa por un sujeto externo a ella, mientras tanto permanece en una nube de probabilidad matemática. Dos preguntas me surgen a bote pronto:
1. ¿Quién nos ha observado a nosotros para traernos a la existencia?
2. ¿Soñamos o nos sueñan?
Como decía Calderón, hace ya casi 400 años, "la vida es sueño y los sueños, sueños son." Machado también abordó esta frontera de la existencia y se preguntaba si la propia muerte es también un sueño.

¿Qué es la vida? Un frenesí,
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

CALDERÓN

Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!

ANTONIO MACHADO

domingo, 1 de febrero de 2015

EL HUMOR NOS HACE LIBRES..., O MENOS ESCLAVOS


Los acontecimientos se suceden a tanta velocidad que parece que fue hace un siglo lo de Charlie Hebdo, pero lo cierto y verdad es que lo que causó ese desastre sigue estando ahí, latente, y en cualquier momento puede aflorar, de "una parte" como de "la otra". ¡Ojalá que el humor sirva para limar asperezas, ver con claridad y unirnos en lo esencial! Coloco un par de viñetas que dibujé con esta intención para las revistas Alandar y 21.

miércoles, 14 de enero de 2015

¿ALTURA O SUPERIORIDAD?

Cuidado con nuestros juicios, con nuestras valoraciones, con nuestras apreciaciones... Los "otros" somos "nosotros" para "los otros"; la "gente" somos "nosotros" para esa gente. Saber ponerse en el lugar del otro es tan difícil como saber valorar en dónde se encuentra uno.

domingo, 11 de enero de 2015

UN LÁPIZ ES MÁS FUERTE QUE UNA BALA

Aunque no soy partidario del humor que se burla de "cualquier cosa", respeto a quienes lo hacen, y lo que ha ocurrido con Charlie Hebdo es injustificable y una locura; los principales afectados no será sólo la libertad de expresión, también todas aquellas personas que aman y buscan el entendimiento entre los pueblos, las culturas y las religiones, particularmente aquellos verdaderos musulmanes que sufren el fanatismo de quienes viven confundidos y ofuscados pensando que la yihad es una guerra "hacia afuera", cuando de lo que se trata es de una "lucha hacia dentro", hacia el interior de cada uno para crecer como personas y seguir el camino que el Misericordioso nos ha trazado.

Coloco a continuación un texto de Flemming Rose, autor del libro The tirany of silence: "¿Qué clase de civilización somos?"; y una reflexión muy interesante de Leonardo Boff.
DERECHO A OFENDER. Su decisión de publicar unas viñetas de Mahoma para denunciar la autocensura encendió el debate sobre el futuro de la libertad de expresión. Flemming Rose, jefe de Internacional del ‘Jyllands-Posten’, el principal diario danés, reflexiona sobre el uso de la sátira como respuesta de una civilización sana ante la barbarie
FLEMMING ROSE 11 ENE 2015 - 00:00 CET4

Philippe Val, entonces redactor jefe de Charlie Hebdo, no podía ocultar su irritación cuando, en 2007, con motivo del juicio celebrado contra la revista satírica de izquierdas por publicar unas viñetas de Mahoma, se le preguntaba si realmente había sido necesario, si no se trataba de una provocación innecesaria y un ataque a una minoría débil y oprimida. Charlie Hebdo había reproducido unos dibujos del diario Jyllands-Posten, junto con otras viñetas del profeta hechas por sus caricaturistas, como reacción a los ataques contra las Embajadas danesas y las amenazas al diario. “¿Qué civilización seríamos si no nos pudiésemos burlar, mofar y reír de los que vuelan trenes y aviones y asesinan en masa a inocentes?”, se preguntaba indignado Philippe Val. La pregunta resurge con fuerza tras la matanza en la redacción de Charlie Hebdo.

La sátira es una de las respuestas de una sociedad abierta ante la violencia, las amenazas y la barbarie. La sátira es pacífica, aunque pueda picar y escocer. No mata; ridiculiza y expone públicamente. Nos mueve a la risa, no al miedo o al odio.

La sátira es la respuesta de una civilización sana ante la barbarie. Por supuesto que un dibujo nunca vale la vida de una sola persona. El problema es que hay quienes insisten en esa idea. ¿Y cómo debemos comportarnos nosotros, en tanto que gestores de la palabra libre? ¿Cuántas amenazas y actos terroristas habrá que sumar para que los fundamentalistas de la ofensa comprendan que con su defensa del derecho a no ser ofendidos y su absurda equiparación entre malas palabras y malas acciones le están haciendo un favor a la tiranía?

La matanza de París es la trágica culminación, por ahora, de más de 25 años de debate en Europa en torno a la libertad de expresión y sus límites. Comenzó con Salman Rushdie, que en 1989 tuvo que desaparecer después de que las autoridades religiosas de Irán, mediante una fetua (edicto), llamasen a todos los creyentes musulmanes a asesinar al escritor debido a unas pocas páginas de su novela Los versos satánicos. Desde entonces se ha sucedido un caso tras otro. La mayoría ha girado en torno a cómo tratar el islam en la esfera pública de una democracia, pero no se trata únicamente de musulmanes ofendidos. Casos similares han afectado a sijs, hindúes, cristianos ortodoxos, nacionalistas y todo tipo de grupos que insisten en prohibir la expresión de lo que consideran ofensivo.

“La sátira no mata; ridiculiza. Nos mueve a la risa, no al miedo o al odio”

Tanto Charlie Hebdo comoJyllands-Posten han sido objeto de procesos judiciales. Ambos hemos sido absueltos en los casos planteados contra nosotros. En una democracia y en un Estado de derecho, se respetan las decisiones de los tribunales, aun cuando se pueda estar en desacuerdo con una sentencia. Ese es uno de los modos en los que resolvemos los conflictos. La otra forma es mediante el debate libre y abierto. Este debate lo perdieron en Dinamarca y Francia los musulmanes radicales, pero en lugar de mantenerse fieles al principio básico de la democracia de confrontar palabra con palabra, dibujos con dibujos y dejar hablar a los argumentos verbales, aquellos que se sintieron ofendidos por causa de su dios o su profeta se aferraron a la violencia o la alentaron.

Justamente por eso, es indignante que tantas voces en este debate (sin mencionar nombres y sin olvidar a nadie) hayan hecho algo más que insinuar que Jyllands-Posten, Charlie Hebdo, el director holandés Theo van Gogh, asesinado en 2004, Lars Vilks en Suecia, Lars Hedegaard y Naser Khader en Dinamarca, Robert Redeker en Francia, Ayaan Hirsi Ali en Holanda, Maryam Namazie en Gran Bretaña y una larga serie de europeos que en los últimos años han sido amenazados de muerte o víctimas de intentos de asesinato, en cierto modo se lo han buscado. Un famoso humorista danés comparó en su día la publicación de las viñetas de Mahoma con provocar a un violento roquero. La indigencia moral e intelectual que subyace tras una afirmación así es sorprendente, pero el razonamiento prospera en nuestra cultura en distintas variantes.

Incluso un diario respetable como The New York Times escribió que las caricaturas desataron la violencia en el mundo musulmán. Naturalmente, eso no significa que los fundamentalistas de la ofensa toleren la violencia como reacción a unas viñetas. Pero sí que supone que en demasiados lugares de nuestra cultura, hay un acuerdo latente en que palabras y hechos pueden ser violentos y ofensivos en la misma medida. Pakistán y muchos otros países musulmanes han llegado incluso al punto de que el insulto, burla y ridiculización del Profeta mediante la palabra o gráficamente se castiga con la misma dureza que el asesinato y el terrorismo: con la pena de muerte. En las últimas décadas, la política de identidad y la lucha por un espacio público libre de ofensas ha hecho que este modo de pensar se extienda.

En el contexto de la crisis de las viñetas de Mahoma, Charlie Hebdo publicó a finales de febrero de 2006 un manifiesto con el título “Juntos. Haciendo frente a un nuevo totalitarismo”. Estaba firmado por Salman Rushdie, Philippe Val, Ayaan Hirsi Ali, el danés Mehdi Mozaffari y otros intelectuales procedentes de diferentes sectores del espectro político, pero que se unieron en su defensa de la libertad de expresión.

En él se decía: “Después de haber doblegado al fascismo, al nazismo y al comunismo, el mundo se enfrenta a una nueva amenaza totalitaria: el islamismo. Nosotros, periodistas e intelectuales hacemos un llamamiento a la resistencia contra este totalitarismo religioso y a la defensa de la libertad, la igualdad de oportunidades y los valores seculares. Los últimos sucesos relacionados con la publicación de las viñetas de Mahoma en periódicos europeos han revelado la necesidad de luchar por estos valores universales. Esta lucha no será ganada mediante las armas, sino en el campo de batalla ideológico”.

El manifiesto contra el totalitarismo concluía: “Nos negamos a renunciar a nuestro espíritu crítico por miedo a ser acusados de “islamófobos”, un concepto gastado que mezcla la crítica del islam con la estigmatización de los creyentes. Defendemos la libertad de expresión como un derecho universal, para que el espíritu crítico pueda darse en todos los continentes, alzarse frente a cualquier maltrato o dogma. Apelamos a los demócratas y a los espíritus libres de todos los continentes para que nuestro siglo sea el de la luz y no el de la oscuridad”.

Charlie Hebdo fue quizá el único medio de comunicación europeo que, a pesar de las amenazas y a un atentado incendiario, insistió en el derecho a continuar burlándose de todas las religiones. Dirigieron sus punzadas tanto contra el Papa como contra el Profeta. Trabajaban desde una tradición bien establecida en la que no hay nada sagrado; una tradición que tras la Reforma, y especialmente en tiempos de la Ilustración, se fue extendiendo a la par que lo hacían la tolerancia, la libertad religiosa y la libertad de expresión.

Cuando hace ya más de diez años Theo van Gogh fue asesinado en una calle de Ámsterdam por un joven musulmán ofendido, el entonces ministro de Justicia holandés, es decir, el más alto defensor electo del Estado de derecho, dijo que se debería sopesar un endurecimiento de la legislación contra el llamado discurso de odio. Porque si hubiese existido una ley así, Van Gogh aún estaría con vida. Es decir, si se hubieran criminalizado diferentes tipos de expresiones, habría habido una oportunidad para que Van Gogh nunca hubiera realizado el documental sobre la violencia contra las mujeres en nombre del profeta, documental que llevó a Mohammed Bouyeri a asesinarlo.

“Indigna que tantos hayan sugerido que ‘Charlie Hebdo’ se lo ha buscado”

Hoy podemos decir lo mismo de los colaboradores de Charlie Hebdo. Si se hubieran limitado a lanzar sátiras contra el cristianismo, los políticos y el Papa, y hubieran dejado en paz al islam, estarían vivos gracias a esta terrible discriminación. Pero no lo hicieron. Continuaron haciendo su trabajo.

Y así volvemos al punto de partida: ¿Qué civilización somos si renunciamos a nuestro derecho a publicar opiniones y dibujos que a algunos pueden resultarles ofensivos? Básicamente se trata de un debate sobre cómo convivir en una sociedad cada vez más multicultural y al mismo tiempo mantener nuestras libertades. Podemos, como en las sociedades que no son libres, buscar una falsa armonía criminalizando continuamente nuevas expresiones de acuerdo con la siguiente máxima: si aceptas mi tabú y no te expresas crítica u ofensivamente sobre lo que para mí es sensible y sagrado, yo haré lo mismo.

En sociedades como la nuestra, en las que crece la diversidad, este es el camino hacia la tiranía del silencio.

Otro camino es insistir en que el precio que todos tenemos que pagar por vivir en democracia, con libertad de expresión y de culto, es que nadie tenga un especial derecho a no ser ofendido. Los colaboradores de Charlie Hebdo no habrán muerto en vano, si elegimos este camino como reacción a su asesinato.

Flemming Rose es autor del libro The tirany of silence.

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Para entender el terrorismo contra Charlie Hebdo en París
Leonardo Boff
Una cosa es indignarse, con toda razón, contra el acto terrorista que acabó con los mejores caricaturistas franceses. Se trata de un acto abominable y criminal, imposible de ser apoyado por cualquiera que sea.
    Otra cosa es buscar entender analíticamente por qué tales sucesos terroristas ocurren. No caen del cielo azul. Detrás de ellos hay un cielo oscuro, hecho de historias trágicas, matanzas masivas, humillaciones y discriminaciones, cuando no de verdaderas guerras como las de Iraq y Afganistán que sacrificaron vidas de miles y miles de personas o las obligaron a marchar al exilio.

    Estados Unidos y varios países europeos estuvieron presentes en estas guerras. En Francia viven algunos millones de musulmanes, la mayoría en las periferias de las ciudades, en condiciones precarias. Muchos de ellos, aunque hayan nacido en Francia, están altamente discriminados hasta el punto de surgir una verdadera islamofobia. Después del atentado a las oficinas de Charlie Hebdo, fue atacada a tiros una mezquita, un restaurante musulmán fue incendiado y una casa de oración islámica fue también tiroteada.

    Se trata de superar el espíritu de venganza y de renunciar a la  estrategia de enfrentarse a la violencia con más violencia todavía. Ello crea una espiral de violencia interminable, que produce incontables víctimas, la mayoría de ellas inocentes. Y nunca se llegará a la paz. Si quieres la paz prepara medios de paz, fruto del diálogo y de la convivencia respetuosa entre todos.

    El atentado terrorista de 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos fue paradigmático. La reacción del presidente Bush fue declarar la “guerra infinita” contra el terror e instituir el “acto patriótico” que viola derechos fundamentales de los ciudadanos.

    Lo que Estados Unidos y sus aliados occidentales hicieron en Iraq y en Afganistán fue una guerra moderna con una mortandad de civiles incontable. Si en estos países hubiese solamente amplias plantaciones de dátiles y de higos nada de eso habría ocurrido. Pero en ellos hay muchas reservas de petróleo, sangre del sistema de producción mundial. Tal violencia dejó un rastro de rabia, de odio y de deseo de venganza en muchos musulmanes que vivían en esos países o por todo el mundo.

    A partir de este trasfondo se puede entender que el abominable atentado de París es resultado de esta violencia primera y no causa originaria. No por eso se justifica.

    El efecto de este atentado es instalar un miedo generalizado. Ese es el efecto que busca el terrorismo: ocupar las mentes de las personas y hacerlas rehenes del miedo. El significado principal del terrorismo no es ocupar territorios, como hicieron los occidentales en Afganistán y en Iraq, sino ocupar las mentes.

    La profecía que hizo el autor intelectual de los atentados del 11 de septiembre, Osama Bin Laden, el 8 de octubre de 2001, lamentablemente se realizó: «Estados Unidos nunca más tendrá seguridad, nunca más tendrá paz». Ocupar las mentes de las personas, mantenerlas desestabilizadas emocionalmente, obligarlas a desconfiar de cualquier gesto o de personas extrañas, es el objetivo esencial del terrorismo.

    Para alcanzar su objetivo de dominación de las mentes, el terrorismo persigue la siguiente estrategia:

(1) los actos tienen que ser espectaculares, de lo contrario no causan una conmoción generalizada;

( 2 ) los actos, a pesar de ser odiados, deben causar admiración por el ingenio empleado;

( 3 ) los actos deben sugerir que fueron minuciosamente preparados;

( 4 ) los actos deben ser imprevistos para dar la impresión de ser incontrolables;

( 5 ) los autores de los actos deben permanecer en el anonimato (usando máscaras) porque cuanto más sospechosos haya, mayor es el miedo;

( 6 ) los actos deben causar miedo permanente;

( 7 ) los actos deben distorsionar la percepción de la realidad : cualquier cosa diferente puede producir el terror. Basta ver a algunos chicos pobres entrando en los centros comerciales y ya se proyecta la imagen de un asaltante potencial.

    Formalicemos un concepto de terrorismo: es toda violencia espectacular, practicada con el propósito de ocupar las mentes con miedo y pavor. Lo importante no es la violencia en sí, sino su carácter espectacular, capaz de dominar las mentes de todos. Uno de los efectos más lamentables del terrorismo fue haber suscitado el Estado terrorista que es hoy Estados Unidos. Noam Chomsky cita a un funcionario de los órganos de seguridad estadounidenses que confesó: «Estados Unidos es un estado terrorista y nos enorgullecemos de ello».

    Ojalá no predomine en el mundo, especialmente en Occidente, este espíritu. Ahí sí, iríamos al encuentro de lo peor. Solamente los medios pacíficos tienen la fuerza secreta para vencer la violencia y las guerras. Esta es la lección de la historia y el consejo de sabios como Gandhi, Luther King Jr, Francisco de Asís y Francisco de Roma.