Los adjetivos "descalificativos" de antisistema o populista, no dicen gran cosa –sobre todo el primero– del sujeto a quien se los adjudican, a no ser por el tono de voz de quien lo diga, o del medio de comunicación que los airee. Ambos palabros se están poniendo de moda en ciertos círculos políticos, un tanto nerviosos a raíz de los resultados de la última encuesta del CIS sobre intención de voto. Por ejemplo, decir que eres un antisistema, ¿es bueno o malo?, ¿te están insultando o te están admirando?... Pues depende; ¿y de qué depende –como diría en Jarabe de Palo–? Piénsalo por un momento... ¡Acertaste!, depende del sistema que se tenga actual.
Si estamos en una dictadura, ser antisistema es bueno; si estamos en una sociedad esclavista, es bueno; si el sistema redistribuye la riqueza y el bienestar entre todos de manera justa, ser antisistema es malo; si las multinacionales pagan el 1% de los beneficios empresariales mientras el obrero de "a pie y bicicleta" lo hace en más de un 30%, es...; si el sistema lleva a la precariedad a 1 de cada cuatro ciudadanos, es...; si el sistema contamina aguas, tierras y "aires", es...; si el sistema privilegia y protege a los poderosos en vez de al más débil, ser antisistema es...; si el sistema convierte la deuda privada de grandes bancos en deuda pública –que todos pagamos–, ser antisistema es...; si el sistema se preocupa por los más desvalidos y favorece la participación ciudadana, ser antisistema es... Seguro que has sabido colocar el calificativo de bueno o malo en su lugar correspondiente. María, aquella pobre mujer de Nazaret, sabía distinguir también si es bueno o malo ser antisistema, y, como estaban los herodes corruptos de turno y los imperios de turno de "esa" manera, ella se convirtió en una antisistema, o mejor, en una PROSISTEMA, a favor de los pobres, de un mundo justo, sin corruptos y sin, hablando con lenguaje actualizado, castas. Parece que a su hijo no sólo lo amamantó de leche, sino también de estos ideales, así acabo el pobre: víctima del Sistema que lo consideró antisistema y populista (actualmente, muchos que le llaman Cristo con la boca, en el fondo lo siguen sintiendo así).
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