viernes, 9 de abril de 2010

EL VENDAVAL FEMENINO-FEMINISTA

Durante 50 días los católicos celebran, tras el domingo de resurrección, la Pascua. Pascua significa "paso", y en el caso que nos ocupa, paso de la muerte a la Vida. La jerarquía católica lo celebra, pero no lo vive: aún parece estar enterrada en la sepultura del ayer; un ejemplo que lo muestra claramente es el papel que la mujer juega dentro de ella, de la jerarquía: nada. (Aquí, por desgracia, ni tan siquiera se puede decir aquello de que "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer".) Ahora bien, si hablamos de número, ganan por mayoría absoluta a los varones en todos los campos eclesiales –exceptuando los jerárquicos, claro–: fieles, catequistas, vida religiosa, de clausura, misioneras... Si les diese por marcharse, la iglesia católica se quedaría "en los huesos", en la tumba. Gracias a Dios –y a los movimientos feministas laicos– la mujer católica empieza a tomar protagonismo y a exigir sus derechos de igualdad y reconocimiento; es lo único que por ahora podría resucitar a esta iglesia gobernada por una gerontrocrática e inmovilista casta sacerdotal. Las mujeres, pueden ser ese viento nuevo que derribe "las mesas de los mercaderes" y las mitras de los cardenales.

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