
Estamos en Semana Santa, fiesta cristiana, donde se celebra la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Muerte que fue consecuencia de un estilo de vida concreto, de un arriesgarse hasta el extremo, tanto que lo ejecutaron por razones religiosas y políticas. Su ganancia, según sus seguidores, estar en lo más alto del escalafón religioso: sentado a la derecha –esto sin connotaciones políticas– de Dios Padre –y esto sin connotaciones machistas–.
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