J. I. González Faus. [La Vanguardia]
Cada vez parece más seguro que el Padrenuestro no reza “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”: ¡como si nosotros fuéramos a darle a Dios lecciones de perdón! En arameo, la misma palabra significa a la vez “culpa” y “deuda monetaria”. Jesús vivió en un mundo agobiado por las deudas y, probablemente, quiso decir: “perdona nuestros pecados, que también nosotros vamos a perdonar a nuestros deudores económicos”. Así lo mantiene la traducción catalana: “perdoneu les nostres culpes així com nosaltres perdonem els nostres deutors”.
Refuerza esa opinión otra parábola que narra Mateo: un deudor a quien se perdona una deuda inmensa (símbolo de nuestra culpa ante Dios), es luego incapaz de perdonar a quien le debe sólo unos pocos dineros: sugiriendo que nuestros créditos económicos son una nonada ante lo que nosotros debemos a Dios.
Si las cosas son así, podemos mirar nuestra historia de manera más cristiana. En 1953, Alemania, derrotada en la guerra, se hallaba en grave crisis con una deuda que no podía pagar (38.000 millones de marcos de la época) y amenazada de bancarrota. Los principales acreedores (USA, UK, Francia, Grecia, España e Italia…), en vez de proclamar “que cada cual pague lo que debe”, firmaron el Acuerdo de Londres, que concedía una quita del 62% de la deuda y un calendario de pagos para el resto. Gracias a eso y al plan Marshall, Alemania se rehízo y consiguió el “milagro alemán” (que era también milagro de sus acreedores). Cuesta comprender que hoy, el gobierno alemán, olvide aquella historia aún reciente. La vida da muchas vueltas: ¿qué pasaría si un día (Dios no lo quiera), Alemania vuelve a encontrarse en la situación de la última postguerra?
Porque además, el problema griego no se resuelve con que “cada cual pague sus deudas” (o “pacta sunt servanda”, en latín). Cualquier jurista sabe que ese principio tiene mil matices que olvidan quienes apelan a él: deudas odiosas, deudas ilegítimas, contraídas contra el interés de la población… En todo caso, ese principio valdrá cuando el “cada cual” sea un individuo concreto. Pero cuando es un colectivo o un ente abstracto, no puede aplicarse indiscriminadamente. No vale gritar que quien debe pague, si antes no establecemos que pague quien de veras debe.
Más aún: Grecia pertenece a la ONU. Según el artículo 55 de la Carta de Naciones Unidas, cada estado tiene el deber de fomentar el pleno empleo, el aumento del nivel de vida y desarrollo económico y social. Según el artículo 103 de esa Carta Magna, en caso de conflicto entre las obligaciones de los miembros de la ONU y obligaciones contraídas por otros acuerdo internacionales, deben permanecer las primeras. ¿En qué manos estamos pues? Si nuestros gobernantes cumplen así sus obligaciones internacionales primarias ¿cómo se atreven a exigir que las cumplan los demás respecto a ellos? Luego nos acusan de “no tener sentido europeo”. Quizá quienes no lo tienen son esos que acusan. Porque a lo mejor lo que tiene la gente es un gran sentido europeo y, por eso, abomina de esta Europa tan lejana de lo mejor de ella misma.
En Grecia, España, Portugal…, han pagado la deuda los que menos debían personalmente, y se han escapado de ella los que más debían y más tenían. Grecia tiene sus pecados, sin duda: no tan graves como los de Alemania que llevaron a la segunda guerra mundial. Como tiene su pecado Goldman Sachs, consejera de Grecia (y cuyo delegado para Europa era el señor de Guindos): y no sabemos que esa entidad haya debido pagar nada por enseñar a estafar.
Los pueblos (y los seres humanos) somos capaces de lo mejor y lo peor. Nuestras historias tienen páginas admirables y páginas vergonzosas. La pasión del dinero suele sacar lo peor de nosotros. Bueno sería que Alemania recuerde su pasado reciente y no vuelva a sacar lo peor de sí: porque si saca lo mejor y todo lo bueno que tiene, tendremos muchas cosas que admirar y agradecerle.
Lo mejor de Alemania es, por ejemplo, que haya sido precisamente una fundación alemana (Hans Böckler) la que ha dado a conocer los siguientes datos sobre Grecia: entre 2008-2012 los ingresos brutos cayeron un 22’6%; los salarios un 27’4% (34’6% los más bajos y sólo 4’8 en el 1% más alto). El decil de hogares más pobres perdió en 5 años el 86’4 de sus ingresos, el decil más rico sólo el 17%… Que pague quien debe, pues.
Quienes no somos alemanes y parece que tenemos esas ganas de “¡que paguen ellos, que también tuvimos que pagar nosotros!”, o deseamos dar lecciones y sentirnos superiores, deberíamos preguntarnos si nos parecemos a un personaje de otra parábola de Jesús: el hermano del hijo pródigo, tan cumplidor él, siempre obediente a su padre, a quien recrimina porque “viene este hijo tuyo que ha dilapidado tu fortuna con prostitutas y matas un ternero para celebrarlo; a mí nunca me has hecho un regalo así”…
El padre podría haberle dicho: es verdad hijo; pero, a lo que se ve, todas esas buenas obras tuyas no te han servido para tener un corazón bueno sino para tener un corazón duro. Y yo ¿para qué quiero corazones duros? Se lo podría haber dicho pero, como también era hijo suyo, no se lo dijo. Y con ello le regaló aún más que si hubiera matado un ternero cebado.
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Teólogos alemanes piden el alivio de la deuda para Grecia
"Los cristianos no vemos la historia desde la perspectiva de los poderosos. Ni desde la perspectiva de las "instituciones" o desde la perspectiva del gobierno alemán o del señor Schäuble. Tampoco miramos las situaciones desde la perspectiva de la oligarquía griega o de los bancos: Dios promete justicia a los pobres y débiles. Es nuestro deber hacer cumplir los derechos de los pobres. (Ex 3,7-8)".
En Grecia estamos viendo actualmente cómo se exprime sin igual a los pobres, desempleados y necesitados. Es hora de hablar de las consecuencias de las políticas que la UE, impulsadas especialmente por nuestro gobierno federal, está imponiendo al pueblo griego. Cada pago de ayuda a Grecia beneficia hasta el momento en un 80% a los bancos y a los inversores financieros y, al mismo tiempo, está sujeto a unas condiciones durísimas: recortes de pensiones, aumentos del IVA, privatización de los bienes públicos o reducción de los plazos de preaviso en caso de despidos.
La reforma del sistema de sanidad ya ha provocado el cierre de hospitales, hasta un tercio de la población no dispone de la cobertura de la Seguridad Social, la tasa de desempleo es del 30% y la pobreza abierta y encubierta se está extendiendo con una rapidez alarmante. En este momento, el FMI exige la reducción de los salarios y nuevos recortes en los derechos de los trabajadores y las trabajadoras. Sistemáticamente se han ido anulando los derechos sociales y humanos fundamentales con las imposiciones de la “Troika”, tal y como ha criticado incluso la Unión Europea.
“Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. (…) haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo.” (Lucas 6,34-35)
Una buena vida sólo es posible si todo el mundo puede vivir. O en términos económicos: Grecia sólo será capaz de producir lo suficiente para todo el mundo si las personas no están demasiado enfermas o hambrientas para ello. En enero, el nuevo Gobierno griego había propuesto una conferencia europea sobre la reestructuración de la deuda: su idea era vincular los reembolsos de la deuda a una cláusula de crecimiento (es decir, empezar cuando exista un crecimiento económico significativo). "Si yo fuera un político griego responsable, no haría debates sobre el corte de las deudas," se mofaba cínicamente el ministro de finanzas alemán Schäuble a esta propuesta.
Las deudas deben ser condonadas cuando no se pueden devolver y provocan miseria y pobreza. Según la Biblia la culpa del hombre ante Dios consiste en el hecho de querer cobrar inexorablemente las deudas impagables. Dios perdona al hombre su deuda que tiene con Él cuando los hombres perdonan las deudas que otros tienen con ellos. La Biblia contiene la sabiduría milenaria que se materializa hoy en Grecia: deudas impagables destruyen la vida del deudor. La oración del Padre nuestro: "Y perdónanos nuestras deudas" exige la renuncia del cumplimiento de las leyes que matan a las personas. Por la vida humana, es decir, para que los deudores puedan vivir, el Padre nuestro pide resistencia contra la ley que obliga a pagar las deudas.
Alemania en particular deberá saber esto después de todo lo que pasó. Porque en el Acuerdo de Deudas de Londres de 1953 también nos ofrecieron un nuevo comienzo aplazando muchas reparaciones legítimas. Los políticos son conscientes del hecho de que esas reparaciones sólo se aplazaron, porque Horst Teltschik escribió en 1990 al antiguo canciller Helmut Kohl en el contexto de las negociaciones sobre la reunificación alemana: "Un reclamo de nuestros antiguos enemigos sobre las reparaciones sólo puede ser el resultado de obligaciones que formen parte de un tratado de paz (... ). Queremos evitar a toda costa asumir ese tipo de obligaciones." ¡Por eso en ese momento no se firmó ningún tratado de paz formal! ¡Así es cómo actúa Alemania frente a los pagos de su deuda y de su responsabilidad histórica!
En el año 2000, las iglesias cristianas exigieron una condonación de la deuda para los países del Tercer Mundo. Hoy en día, cuando se trata de nuestra propia casa europea callan, aunque la condonación de la deuda griega sería un paso necesario si se siguen criterios cristianos y económicos. Se callan porque se meterían con los especuladores y, aunque después de todas estas crisis financieras y de deuda de los últimos años y sus efectos sociales devastadores sería lo más razonable atacar a este capitalismo neoliberal y a la política de austeridad europea.
No nos engañemos: Si permanecemos en silencio en el caso de Grecia, aumentará la devastación y no se podrá combatir esta política de empobrecimiento y la miseria en los próximos años.
Nosotros, cristianos de diferentes iglesias, exigimos una conferencia europea sobre la deuda, para que no se sacrifiquen la democracia y el estado social a los inversores financieros. ¡Exigimos a nuestro gobierno y a la UE que condonen la deuda a Grecia y que abandonen esta política devastadora de empobrecimiento!
Initial signatories:
Professor emeritus Franz Segbers, professor of social ethics at Marburg University
Dr Kuno Füssel, theologian and mathematician, Andernach
Dr Michael Ramminger, Institute for Theology and Politics / Münster
Prof. Ulrich Duchrow, Heidelberg
Werner Gebert, retired priest, Group for an ecumenical future (Plädoyer für eine ökumenische Zukunft)
Priest emeritus Norbert Arntz, Kleve
Ulrich Schmitthenner, retired priest
Dr Katja Strobel, theologian, Frankfurt am Main
Prof. Hermann Steinkamp, Münster
Prof. Franz Hinkelammert, Costa Rica
Günther Salz, former chairman of the Catholic Workers’ Movement (KAB) Diocesan Association Trier, Engers
Dr Julia Lis, Institute for Theology and Politics / Münster
Carl-Peter Clusmann, retired Catholic priest, Dortmund
Prof. Stylianos Tsompanidis, Professor of ecumenical theology / Thessaloniki, Greece
Dr Paul Petzel, Grammar school teacher in art and religious education, Andernach
Traducción: José Luis Martínez
Fuente: http://www.itpol.de/?p=1761
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