domingo, 19 de diciembre de 2010

EN NAVIDAD, COMPARTIR NUESTRO CALOR


Dar a luz en la oscuridad de la noche, parir vida en este contexto de muerte en que nos encontramos, siempre es un signo de esperanza, y más aún si en esos momentos felices y a la vez difíciles hay unos brazos que te acogen y un corazón que te calienta.
El nacimiento de la niña Happiness –Felicidad– en una patera llena de inmigrantes africanos, en medio del Estrecho, tratando de esquivar las fronteras y las barreras construidas por el hombre para separar a ricos y pobres, me parece toda una relectura actualizada de aquel famoso pasaje del Evangelio donde se nos narran las peripecias de un tal José y una tal María, embarazada, que tuvo que parir a su precioso niño en un establo porque "no había lugar para ellos en la posada" (Lucas 2, 7).
Un guardia civil, Carlos Puche, cumplió el mismo papel con Happiness que los animalillos del establo con el niño Jesús: dar calor a la vida recién nacida para que pueda seguir viviendo. Esta es la misión radical de todo ser viviente –y no sólo humano–: compartir nuestro calor con los demás para que ninguna vida se pierda. La vida del tal Jesús ya sabemos lo que significó para la Humanidad, la de Happiness está por ver, y la del hermano que tienes al lado, por descubrir...
Happiness, la pequeña que nació en una patera. El País.

1 comentario:

Juan Carlos Partidas dijo...

Afortunadamente aún en la desgracia podemos encontrar buenas noticias.